miércoles, 5 de noviembre de 2008

Día 1 de la era Obama

Parecía que esto no se iba a acabar nunca, pero todo tiene su fin. 21 meses y muchos millones de dólares después, Estados Unidos de Norteamérica finalmente ha elegido a su nuevo presidente. Listo, café con leche y hermoso como un animal joven, Barack Obama tomará el 20 de enero las riendas de una nación que ha visto en él la prueba viviente de que el sueño americano, en ocasiones, puede ser más que un eslogan.

En los últimos tiempos este país ha perdido el paso; la crisis financiera, las largas guerras en el extranjero y las recientes dudas sobre la sostenibilidad del sistema de prosperidad a crédito han abierto un boquete en la fe ciega que esta gente tenía en la eternidad de su imperio. En esta coyuntura tan delicada, Barack Obama ha sabido insuflar un soplo de posibilidad en muchos corazones. Con frescura de formas y un discurso muy cuidado, se ha colado en el imaginario colectivo como el hombre que puede restablecer el espíritu de oportunidad que define a este país.

Anoche su discurso triunfal tuvo las dosis justas de poesía, marketing y promesa que le han llevado donde está. Es pronto para juzgar, pero su tono evoca al de los grandes políticos -quizás porque llega al poder en un momento de desamparo en el que los ciudadanos vuelven el rostro hacia el líder y le piden que sea grande. Incluso aquí, todo el mundo se acuerda de santa Bárbara (o papá estado) cuando truena. ¿Será Obama capaz de cambiar el rumbo? ¿Podrá llevar a cabo la prometida transformación política, económica y social que le ha dado la presidencia? Habrá que esperar para verlo.

Lo que sí se palpa ya es la ilusión que ha desatado. Esto es Hollywood y la gente necesita héroes. Por su pico de oro, color e historia personal, Obama cumple todos los requisitos narrativos para ser el valiente adalid que nos lleve hacia el futuro. Claro que todo es mucho más complicado que eso, pero como cuento de hadas funciona.

Estados Unidos de Norteamérica empieza hoy, expectante, una nueva etapa. Yes we can.

martes, 4 de noviembre de 2008

Visita de los papis

Mis padres est’an en Nueva York. Antes de su llegada me encargu’e de limpiar a fondo, porque los progenitores manchegos son mucho m’as tiquismiquis que el mayordomo del algod’on. Hasta el perro fue convenientemente fregado y perfumado (para su horror). A su llegada y tras una breve ojeada a nuestro cuasi-pulcro hogar, mi padre dijo… “anda que no se nota que llevas haciendo s’abado (seg’un el DRAE: hacer sábado~. 1. loc. verb. Hacer en este día limpieza de la casa, más esmerada y completa que el resto de la semana) desde el domingo…” Totalmente cierto, pero desde entonces se han hecho ellos cargo de todo y nos tratan a Adam y a m’i, e incluso a Vermont, como a sendos beb’es que es necesario arrullar y alimentar profusamente. Yo, obviamente, les dejo hacer. Y me relamo. Su objetivo es que al acabar la semana pese 3 kilos m’as. Veremos si lo consiguen.