No, no estoy
pensando en cómo dividirse el expolio de amistades y afectos compartidos tras
una ruptura sentimental. A lo que me refiero es a los bolsillos bien
separaditos en los que una empieza a categorizar los amigos cuando le crecen
circunstancias vitales varias. Particularmente, cuando tiene hijos.
Surge la
especialización, talmente como si estuviéramos hablando de división del
trabajo. Y no se trata de una maniobra egoísta con la que alinear ciertas
personas a ciertas necesidades propias –aunque quizás un poco de eso también
haya. De lo que realmente se trata es de que cuando prevés que el tema va a ir
de hijos hay que proteger a los que están en otra fase personal para no aburrirles
irremediablemente. Y protegerles puede significar no incluirles en esa reunión concreta
si van a estar en minoría. Porque lo que a unos padres les puede parecer
apasionante y darles conversación durante horas al resto de la humanidad se le
puede resumir en un titular tipo: “minuto-y-resultado-mi-hijo-está-aprendiendo-a-hacer-caca-en-el-orinalito”.
Sin más.
Por eso creo que
somos much@s los que al pensar en un acto social (sí, tomar un café es un acto
social) nos planteamos si vamos con prole o sin ella, si la misma será o no centro
de la conversación y, en consecuencia, quién es público objetivo para tal ocasión.
Y luego sí, que la vida no se acaba con la prole y hay otras muchas
circunstancias en las que cuantos más mejor, e incluso otras en las que es
preferible evitar a otros padres y madres en situación similar para que la
interacción fluya por otros derroteros y podamos sacar a relucir otras facetas, aunque sea por un rato.
2 comentarios:
Pero como consigues expresarte tambien?esto si que es verdad verdadera y no lo de yoigo. Menos mal que al final los verdaderos amigos no nos tienen en cuenta estas cosas y al final todos compartimosnun poco de lo nuestro
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